Breve reseña de nuestra organización gremial.

La ANEL nace en 1975 con una personería jurídica provincial y, en realidad, no tuvo tiempo para desarrollarse ya que el 24 de marzo del 76 ocurrió el nefasto último golpe militar y se cierra por última vez la Legislatura hasta diciembre del 83. No hay antecedentes de intención de crear un sindicato propio del sector desde 1958 hasta el 75.

Desde el advenimiento de la democracia en 1983 y durante los años posteriores, un grupo de compañeros provenientes de la militancia política reflotaron la iniciativa y comenzaron a organizarse, muy a pesar del gobierno de turno y soportando el apriete permanente de los obsecuentes que no entendían que cualquier beneficio también sería en favor de ellos. 

En el año 1987, se aprobó en nuestra Cámara el Estatuto del Personal del Poder Legislativo (Ley 1703), puesto que no existía ni estabilidad, ni carrera propia, a excepción del Cuerpo de Taquígrafos.

Desde 1987 hasta 1992 fueron años de una gran movilidad social. Vivimos la hiperinflación y la primera desilusión en tiempos democráticos, puesto que resistimos junto a todos los ciudadanos el intento carapintada de semana Santa. En aquellos tiempos, la ANEL lograba la sanción de la Ley de Remuneraciones (Ley 1880), en un paro que se extendió treinta días con un acampe frente al hoy edificio histórico de la legislatura. Fue sin duda una decisión ejemplar, no tan sólo por la organización, sino también por el compañerismo alcanzado, con un acatamiento de más del 90% y; constituyéndose en el primer campamento de los trabajadores estatales neuquinos, con huelga de hambre inclusive, en pos del objetivo que nos movilizaba.

Desde allí, se han sustentado las bases de una organización sindical que pasó de ser una institución simple, que actuaba sin reclamos concretos para los trabajadores, a ser un gremio que protagonizó históricas luchas, conjuntamente con las organizaciones sindicales del Estado provincial a través de la Coordinadora de gremios estatales, fruto de ello fue elevar el adicional por zona desfavorable del 20% al 40%,  eliminando el régimen de presentismo.

En 1991 se logró el escalafón legislativo que permitió desprendernos del estamento general de la provincia (Ley 1880).   

En aquella oportunidad, se logró una importantísima diferencia en el salario legislativo con respecto al de la administración pública, también, el 2% por año de antigüedad, la participación de la ANEL en la Junta de Calificación y Ascensos y la Junta de Disciplina. Para ello, debimos confrontar no sólo con la patronal de aquel momento (que llegó inclusive a quitarnos los códigos de descuento durante dos meses hasta que, por orden judicial tuvo que reintegrarlos. Pretendiendo de esta manera ahogarnos económicamente) sino con un gremio que servía a los intereses del gobierno de turno, como UPCN, quienes pretendían excluirnos de la representación que legítimamente tenemos los trabajadores legislativos y que ganamos también por derecho con la obtención de la personería gremial N.º 1706 en 1998, la cual fija el ámbito de representación personal y territorial para agrupar a todo el personal que presta servicios en relación de dependencia con la Honorable Legislatura del Neuquén, con zona de actuación en toda la provincia.    

Fue tal la lucha por defender nuestros derechos que hasta recibimos agresiones físicas, resultando cobardemente agredida una compañera de Contaduría, Juanita Quintana, actualmente afiliada jubilada.

Esto marcó profundamente y de manera favorable a los legislativos por tres motivos fundamentales: en principio, que nadie regala nada; segundo, que la unión hace la fuerza— y lo demostramos nuevamente en el año 2004 con la sanción de la actual Ley de Remuneraciones N.º 2467—; y por último y no menos importante: entender que en este ámbito político por excelencia los funcionarios pasan, nosotros permanecemos, viviendo del salario y la carrera obtenida con nuestro esfuerzo y con la herramienta de lucha, que es la ANEL.

Si bien el aprendizaje fue duro, hizo a la vez que el sindicato se construya sobre cimientos sólidos en cuanto a la autoridad moral de sus dirigentes, en llevar a cabo una política gremial seria, de defensa irrestricta de la carrera administrativa y del salario, en capacitarnos para brindar en cada área el mejor servicio posible a aquellos que por voluntad popular vienen a legislar e intentar, al menos, que el Poder Legislativo no sea cuestionado por actos de corrupción, mantenimiento de ñoquis, etc., con lo que nos fuimos convirtiendo en una de las legislaturas más austeras y racionales en cuanto a gasto y más prolijas en lo referente al proceso administrativo y tratamiento de sus plantas de empleados, tanto permanentes como políticos.     

Intentamos también, que el trabajador sea crítico y autocrítico de lo que nos pasa en el Poder. Esto ha sido reconocido en cada gestión y por todos los bloques políticos de distinta extracción política y base ideológica que han pasado por la Cámara y por las autoridades.

De esto último podemos dar fe, ya que estamos insertos en la FELRA. 

Asimismo, se promueve también la capacitación y la ampliación de los servicios para los afiliados. Apoyamos en todo el territorio nacional la implementación de las normas ISO para el establecimiento del Sistema de Gestión de Calidad.